por David Lozano Díaz
A finales de los años 60’s, Guadalajara ya tenía consolidado su avance en el desarrollo de la modernidad en la ciudad. Los primeros rascacielos, nuevas plazas públicas, teatros, centrales de transporte masivo, parques, una nueva imagen estaba consolidándose en la ciudad a través de sus edificios. Pero la escultura urbana tenía un poco más que proponer.
El Ayuntamiento de Guadalajara, con intención de seguir renovando al municipio, encomendó al Ingeniero Aldo Córdova Fermanni la remodelación del Parque Morelos, a finales de 1965. Que ha sido el único parque en el centro histórico. El ingeniero Córdova, prefiere realizar solamente la obra civil e invita al arquitecto Alejandro Zohn para que este haga el diseño del parque. Este a su vez, invita al joven arquitecto Fabián Medina Ramos, delegando el diseño del área de juegos infantiles. Haciendo una propuesta interesante.
Un poco influenciado por ya haber trabajado para Alejandro Zohn, experto en los paraboloides hiperbólicos, y que para la época el uso del concreto ya había dejado de ser un terreno no explorado y por el contrario, ya bastante explotado en México. Fabián decidió realizar un conjunto escultórico que pudiera ser interesante para los niños, conceptualizó como una serie de animales de concreto de diversos tamaños. Se trata de un zoológico de esculturas-juego que sirviera para que niños de diferentes edades pudieran interactuar de acuerdo a sus capacidades motrices.
Las figuras de menor altura como el cocodrilo o la serpiente, fueron pensadas para niños pequeños que gatean o que comenzarán a apoyarse un poco para caminar y les ayudará un poco a desarrollar cierta destreza. Las figuras medianas, concebidas con animales más robustos como un oso, un hipopótamo y un elefante, de altura cercana al metro y medio, tienen huecos en su interior para que puedan ser escalados con mayor facilidad por niños no tan pequeños e incluso, puedan adentrarse en ellos.
Y las esculturas más altas como la jirafa o la llama, fueron pensadas para niños más grandes que sin problema podían escalar y colgarse de estas figuras. Y brincar desde ellas hasta el piso. Por último, también se encuentra una ballena con un arenero detrás de su cola que funciona como una resbaladilla para niños de todas las edades.
El concreto se dejó aparente ya que desde la visión de su autor, no sólo se ejercitaría físicamente el infante al interactuar con las esculturas-juego, sino también su imaginación. Al mantener el concreto aparente no forzaría a los niños ver a las esculturas como los animales que sugerían ser sino lo que los niños quisieran que fueran según su imaginación los fuera encaminando, pudiéndolos ver como naves, cuevas, montañas, torres, etc.
El proyecto se construyó en el lado poniente del parque, exactamente junto a la refresquería que Alejandro Zohn diseñó para el parque. Esta refresquería tiene como cubierta un paraboloide, un cascarón triangular sin punto por donde ingresa la luz de manera cenital. Al tener sólo tres puntos de apoyo, permite tener vistas panorámicas hacia el parque. Lo que más se disfruta, es cómo se enmarca el conjunto de esculturas-juego donde los padres pueden ver a sus hijos jugar a la distancia. También hay una jardinera de fondo con un gran árbol que dota de sombra al área infantil.
Acabado de construir e inaugurado en 1966, el proyecto fue inscrito a la Segunda Bienal Nacional de Escultura organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y en mayo de 1967 obtuvo el reconocimiento del segundo premio en la categoría de Escultura Integrada a la Arquitectura. El proyecto se complementa con el paraboloide hiperbólico que Alejandro Zohn realizó a un costado.
Meses después, réplicas de las mismas esculturas-juego fueron construidas en el Centro de Amistad Internacional, diseño del Ingeniero Raúl Gómez Tremari, al norte de la ciudad, por lo que daba valía del éxito de las figuras. La mayoría de los diseños de esculturas-juego se encuentran ahí, incluyendo una tortuga. Todas están a una escala reducida, aproximadamente al cincuenta por ciento.
Las esculturas-juego del Centro de la Amistad Internacional que hoy ocupan la sede del DIF Jalisco, por su contexto actual son vistas más como esculturas omitiendo su carácter lúdico. Recientemente fueron intervenidas por un artista local expresando ciertos colores que entienden la geometría con la que se concibieron. Actualmente las esculturas-juego del Parque Morelos han sido restaurados por el Ayuntamiento donde aprovecharon la nueva remodelación del parque. También conservaron las fuentes y el paraboloide diseñado por Alejandro Zohn. El zoológico es utilizado diariamente, especialmente los fines de semana cuando los niños no están en la escuela y pueden disfrutar por varias horas de ellos.