por David Lozano Díaz
En 2019 se cumplen 70 años de interesantes puntos de encuentro entre tres personajes importantes del arte tapatío. La historia comienza el 6 de enero de 1949 cuando iniciaron de manera formal las clases de la primera Escuela de Arquitectura de Guadalajara, fundada por Ignacio Díaz-Morales.
Él había intentado durante 18 años, llevar a cabo este proyecto con el fin de que la ciudad contara con profesionales locales que realmente entendieran sus problemáticas y dieran soluciones coherentes. Consideraba que los arquitectos foráneos no estaban interesados y ni querían entender, el contexto tapatío. Gracias al apoyo de la Universidad de Guadalajara y el gobernador del Estado, Jesús González Gallo, fue que finalmente pudo conseguirlo.
Durante los primeros tres meses, Díaz-Morales convenció al muralista José Clemente Orozco, quien residía en ese momento en la ciudad, a dar una conferencia. Esta sería la única que habría dado en vida, aunque realmente no fue algo tan formal. En realidad, recibió a los primeros alumnos de esta escuela en su casa-taller, ubicada en la zona de la Minerva para platicar sobre arte. Los alumnos soltaban diversas preguntas al pintor y este les respondía de la mejor manera posible. Aunque para Ignacio Díaz-Morales las preguntas no parecían especialmente interesantes, rescató de una de ellas un interesante concepto: “¿Qué es el arte?” – alguien preguntó; y Orozco respondió: “Es la creación humana para un nuevo orden”.
Un año antes, Díaz-Morales había emprendido un viaje por Europa para investigar sobre los planes de estudio de las escuelas de arquitectura. Así podría mejorar su proyecto educativo que estaba por iniciar. Entonces, mientras visitaba España, se encontró con el artista colimense Alejandro Rangel Hidalgo quien le recomendó un par de artistas alemanes. Convencido por la recomendación decide invitarlos como profesores de la nueva escuela.
Para el 4 octubre de 1949, llegan a la ciudad de Guadalajara, Mathias Goeritz y Marianne Gast, el matrimonio de artistas alemanes recomendado. Llegaron de España a México en barco y a Guadalajara en tren. Mathias impartiría las clases de Historia del Arte y la más relevante, Educación Visual; mientras que Marianne impartiría clases de francés.
Goeritz, siendo doctor en historia del arte, también era un interesado de las vanguardias contemporáneas internacionales. Por lo que tenía un gran ánimo de conocer y charlar con José Clemente Orozco, quien ya era un artista más que consolidado. Desafortunadamente, el muralista zapotlanense fallece en la Ciudad de México el día 7 de septiembre. Tan sólo un mes antes de la llegada de la pareja alemana.
No hubo entonces más que dedicarse a la docencia como estaba previsto, y de inmediato causó revuelo entre los estudiantes ya que generó gran admiración por la manera en que impartía sus clases. Principalmente en Educación Visual donde los retaba a desarrollar su creatividad.
Pocos meses después, Mathias anima a sus alumnos a realizar un homenaje al muralista. Se trataba de un panfleto que se tituló Homenaje a Orozco, que contenía poemas, reflexiones, pero sobre todo bocetos abstractos y propuestas de memoriales realizados por algunos maestros y estudiantes. Este evento, del que se imprimieron pocos ejemplares, y la charla con el pintor, fueron sucesos que se siguieron comentando entre las siguientes generaciones.
El artista alemán hizo un par de homenajes más al muralista más adelante, del que pudo conocer más gracias a sus estudiantes. Quienes, a su vez, pudieron aprender de Orozco gracias a Díaz-Morales. Esta fue una cadena de influencias que se conectaron gracias a la Escuela de Arquitectura y aunque no se conservan suficientes documentos al respecto, vale la pena compartir la historia.